viernes, febrero 23, 2007

Whitman, poema Nº 5 Hojas de Hierbas




Creo en ti, alma mía,


el otro que soyno debe humillarse ante ti,


ni tu debes ser humillada ante el otro.
Retoza conmigo sobre la hierba,


quitael freno de tu garganta,


no quiero palabras, ni música,


ni rimas, no quiero costumbresni discursos,


ni aún los mejores,sólo quiero la calma, el arrullo de tuvelada voz.
Recuerdo cómo yacimos juntos ciertadiáfana mañana de verano,


cómo apoyaste tu cabeza en mi caderay suavemente te volviste hacia mí,


y apartaste la camisa de mi pecho,


yhundiste la lengua hasta mi corazóndesnudo,


y te extendiste hasta tocar mi barba,y te extendiste hasta abrazar mis pies.
Prontamente crecieron y me rodearonla paz


y el saber que rebasan todaslas disputas de la Tierra,


y sé que la mano de dios es mi prometida,


y sé que el espíritu de Dios es mi propio hermano,


y que todos los hombres que algunavez vivieron son también mishermanos,


y las mujeres mishermanas y amantes,


y que el amor es la sobrequilla de la creación,


y que son incontables las hojas rígidaso lánguidas en los campos,


y las hormigas pardas en los pequeñossurcos,


y las costras de musgo en el cercosinuoso,


las piedras apiladas,


el saúco,la hierba carmín y la candelaria

domingo, febrero 18, 2007

La ciudad de los autómatas






Recuerdo un articulo de Eco que cuando alguien quiere divertirse acude a una casa de diversión, no malentendamos a Eco, se refiere ya sea cine, teatro o un casino; o simplemente me recuerda a esos parques de diversiones que nos inundaba de alegría cuando éramos niños en nuestros barrios, pequeñas ciudades con sus personajes ya clásicos y que casi son parte del inventario de la comuna, como no recordar al viejo Fabio que cada vez borracho nos cantaba sus canciones preferidas hoy ya postrado en su casa esperando el ocaso, o el Matus que con su hemiplejia al estar demasiado borracho recorría las calles afirmado de los muros, gran problema era cuando llegaba a una esquina, ahí tenia que llevarlo en hombros a su casa, hasta el día de hoy me lo agradece las tantas veces que lo lleve cargando a su domicilio o las otras veces se iba con su socio que también tenia problemas en sus piernas, pero este lo llevaba en su carretilla y todos decían que andaban en malos pasos. Otros ya han desaparecido de esas pequeñas ciudades que eran nuestros barrios, ciudades que contrastan con las “reales” las de nuestros nuevos barrios, donde ya no se quien es mi vecino ni menos el sabe quien soy, ya los niños no juegan en barro las tardes lluviosa de abril o no se paran en las esquinas a conversar, ya son otros los que se han tomado esas calles y esas esquinas, y recuerdo a Cabral al decir que no soy de aquí ni soy de allá, solo veo personajes autómatas que si bien los comprendo y justifico y pienso que nadie esta herrado ni nosotros que los definimos ni ellos que no nos entienden, ¿por qué definir a alguien por el simple hecho de usar corbata? ¿por qué alejar a alguien por no ser útil a esta sociedad?. Muchas son las estrategias de la ilusión, a veces a nosotros nos encandila con su tributo a las nuevas masas, aquellas en donde el superhombre es doblegado, donde la mediocridad es premiada en ves de la grandeza, será ya que no somos ingenuos como niños o simplemente nos hemos transformado en lo que más aborrecíamos, ser adulto y ser parte de la sociedad, ya no soy aquel guerrillero que recorría valles y montañas, solo recorro calles en ciudades autómatas donde cada uno compite con el otro en quién es quien en la sociedad, ya no veo esos rostros de alegría, han hecho el ejercicio de cuanta gente esta sonriendo en sus viajes a casa. No se por lo menos yo era feliz cuando niño, con pies en el barro, las pichangas del atardecer y solo tres canales que ver.