Para abordar este tema necesitamos remontarnos a nuestro período de infantes. En ese tiempo de nuestras vidas sólo recogíamos sensaciones. Nuestro cerebro, aún inmaduro, no podía darnos más que señales rudimentarias de urgencias, necesidades que no podíamos nombrar y cuya satisfacción dependía enteramente de un contexto desconocido poblado por otros. Frío, calor, luz, oscuridad, olores, sonidos sin clasificación ninguna. Y, sin embargo, ya comunicábamos nuestra conformidad o disconformidad.
Esto producía una respuesta, nos alimentaban, nos confortaban, nos abrigaban. El sonido de nuestro llanto, empujado por la sensación de turno, nos revela tempranamente la magia de la comunicación. La madre responde a ese llanto y lo clasifica, sabe cuando es por hambre, o por molestias, por frío o por dolor. La madre percibe, el bebé sólo siente.
Al crecer vamos conociendo, y usando lo aprendido, para generar las respuestas esperadas. Si tomáramos a un hombre primitivo y lo lleváramos a una caverna oscura con miles de relojes mecánicos que la llenan con el sonido del tic-tac, lo más probable que al volver, este hombre que nunca conoció un reloj, cuente a su tribu que visitó el reino del dios de la lluvia. Y sin embargo, este hombre primitivo ha tenido una percepción. Una representación mental conformada por lo que él conoce: El sonido y la imagen de la lluvia sobre las hojas: Ha tenido una sensación complementada con un conocimiento anterior.
La imagen se ha armado en su mente, construyendo una realidad, en vez de percibir lo que está afuera de su cabeza
Esto producía una respuesta, nos alimentaban, nos confortaban, nos abrigaban. El sonido de nuestro llanto, empujado por la sensación de turno, nos revela tempranamente la magia de la comunicación. La madre responde a ese llanto y lo clasifica, sabe cuando es por hambre, o por molestias, por frío o por dolor. La madre percibe, el bebé sólo siente.
Al crecer vamos conociendo, y usando lo aprendido, para generar las respuestas esperadas. Si tomáramos a un hombre primitivo y lo lleváramos a una caverna oscura con miles de relojes mecánicos que la llenan con el sonido del tic-tac, lo más probable que al volver, este hombre que nunca conoció un reloj, cuente a su tribu que visitó el reino del dios de la lluvia. Y sin embargo, este hombre primitivo ha tenido una percepción. Una representación mental conformada por lo que él conoce: El sonido y la imagen de la lluvia sobre las hojas: Ha tenido una sensación complementada con un conocimiento anterior.
La imagen se ha armado en su mente, construyendo una realidad, en vez de percibir lo que está afuera de su cabeza
1 comentario:
Real es la imagen de tu blog que me permitiò recordar muchas percepciones y comento aqui... al principio, luego de haberlo leìdo desde el final.
Un abrazo.
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